En algunos países son muy típicas las fotos de quinceañeras porque se organiza una fiesta, para celebrar ese cumpleaños tan especial, que en ocasiones se asemeja a una puesta de largo o incluso una boda. Cuando uno cumple los quince años llega a una edad que supone una despedida de la niñez y la bienvenida a la adolescencia, sin duda marca.

En el caso de Ana era mucho mas sencillo que todo eso, desde hacia tiempo tenía mucha ilusión por hacerse una sesión de fotos y sus padres decidieron que con motivo de su cumpleaños, esta sería el regalo perfecto.
Dicho y hecho nos pusimos a trabajar, como siempre primero antes de cualquier sesión es importante charlar sobre como se va a desarrollar la misma, romper el hielo, relajarnos y estar dispuestos a disfrutar de una tarde de paseo, de esa manera tenemos mayores posibilidades de conseguir imágenes mas naturales.
Tengo que decir que Ana entendió desde el minuto uno todo lo que le explicaba, yo creo que la ilusión le podía, así que solo necesitábamos comenzar cuanto antes, en esta época del año las tardes comienzan a durar bastante menos y cuando la luz es realmente bonita el sol comienza a esconderse tras las montañas a toda velocidad, no podemos perder mucho tiempo.
La mamá de Ana nos fue acompañando durante todo el recorrido y fue de gran ayuda a la hora de realizar los cambios de look, así finalmente pudimos realizar un trabajo mas variado. Siempre es un placer hacer trabajos de este tipo cuando tienes delante gente que derrocha simpatía como es este caso, desde aquí te doy las gracias Ana por ello.
Os dejo con una pequeña selección de la sesión con Ana, espero que os guste.
