La sesión preboda de Cristina y José Luis se convirtió de alguna manera en una especie de terapia anti estrés. Son muchas las cosas que solemos llevar en nuestra cabeza, el día a día no nos deja en ocasiones parar un instante, y por ese motivo nos vino tan bien tomarnos un respiro, eso fue precisamente lo que tuvimos todos esa tarde.
No hizo falta mucho tiempo para que la belleza del lugar y la tranquilidad que emana hiciera su mágica influencia en la pareja. Ambos cerraban los ojos mientras se abrazaban y de forma natural respiraban hondo, ya no había otra cosa de la que preocuparse, estaban solos y felices.
Mientras el sol llegaba a colocarse al borde de las montañas, comenzamos el paseo por el interior del bosque, parando a cada instante en cualquier rincón que nos pareciese atractivo, cada parada suponía una sucesión de miradas, besos y mas abrazos.
A medida que caminamos vamos charlando sobre infinidad de temas, tenemos definitivamente un ambiente de lo mas relajado.
Salimos por uno de los arroyos que mueren en el embalse, la luz en ese momento es preciosa y cálida, Cristina y José Luis continúan disfrutando cada momento y se tumban sobre la hierba para mirar al infinito justo en la orilla. ¡Qué paz!.
A última hora de la tarde aparece mi chica paseando a nuestro pequeño perro por el otro extremo del embalse. Ambos me comentan que les encantan los perros, una seña a lo lejos sirve para que Guille venga como loco a la carrera y se preste a recibir todas las caricias del mundo aprovechando que siguen sentados en el suelo, un momento de lo mas divertido para terminar una tarde muy especial.
